Cochon street

abeja

las abejas pican

 

En la calle

Debido a la crisis económica o bien al espíritu aventurero (con crisis también…), optar por el sexo en la calle puede resultar una manera de aliviarse las calenturas. No soy ninguna autoridad para recomendarlo, y tampoco me acostumbraría a que me echaran la luz de la lámpara en la cara. Pero puede tener su encanto.

Alguna vez nos dio por los parques y hacer ahí, estacionados. Temo decir, que para los vecinos de las buenas colonias en donde hay frondosos parques, seguramente debe ser preocupante que los tomen de echadero. Quizás lo que yo censuraría es que dejaran los condones tirados en el pasto, lo cual sí es reprobable.

El fornicio alrededor de plazas oscuritas requiere que le tomen el tiempo a la granadera, para que no los apañe. Traten de estar preparados para una graciosa huida porque el momento policía-pareja semi encuerada, va a convertirse en una memoria para siempre. Algo de lo cual se risotearán cínicamente cuando pase cierto tiempo, pero la negociación de una noche tranquila con la ropa interior en los tobillos, nunca será buena idea, y menos con un poli enfrente.

El otro día leía una nota sobre unos temerarios que se metieron a follar al cubículo de un cajero automático. Sólo los cubrían sus abrigos mientras muelleaban de pie mientras unos polis los dejaban acabar su atornillamiento. La pasaron muy mal.

Cuando las personas empezaron a follar en los coches a mediados del siglo pasado, vieron a éstos como una conveniente opción de motel con ruedas en donde se podía franelear. Ciertamente algunos modelos de coches tenían la parte trasera de los asientos muy reducida para evitar el pecado, pero a costa de la parte de atrás, la de adelante siempre resultaba muy cómoda para acomodar las patitas en el tablero. No hay modelo de coche en el que no se pueda follar.

Cuando dejaron de producir el vocho, hace 10 años, escribí una columna muy sentida conmemorando el fin de una era. Quien no ha follado en un vochito debe apuntarlo en una de sus faenas sexuales antes de morir. Requiere de todo el ser sexual para acomodarse, pero nunca te quedarás sin disfrutar. Te relajas, te sientas encima, te agarras de las manijas que tienen colgando en las ventanitas en los asientos de atrás. Una gran experiencia sexual automotriz. No todo en la vida debe ser ocho cilindros.

Creo que el sexo en la calle al ser una experiencia límite puede ser adictiva como la parafilia exhibicionista qué es, y si algo tenemos todos, es un mostro guardado en el clóset. Por eso aquellos que follan en los antros mientras los demás babosean al verlos, es una de las formas de desquitar la cachondería, pero con muchos tragos de más por lo general. El alcohol ha desabrochado demasiadas braguetas y brassieres, y de ello está hecho el reino del porno amateur.

En ciertos estacionamientos de centros comerciales circulan camionetas tipo van que son moteles rodantes para personas que se encuentran en dichos sitios. Es una variación del sexo sobre ruedas, que ha facilitado por desgracia, el fornicio adolescente y en casos más adultos, pues el éxito del amasiato. El mercado sexoso siempre tendrá opciones, esperamos que al menos sean protegidas.

El problema que ahora encontramos en el franeleo callejero, es que no sólo nos debemos de cuidar de los riesgos habituales y a los que ya estábamos acostumbrados, sino a los de la inseguridad. Si los policías nos apañan, ahora imaginen un escenario más violento. Y menos en el país de las violaciones impunes.

Aunque no sea totalmente para la ejecución del fornicio, la calle siempre es el escenario de los fajes de esquina, del franeleo en los porches, de las besuqueadas en los carros, de los manoseos en los parques, de los cancos de oficina, de los arrimones en las salas de espera, de los frotamientos de los novios en el transporte público, de los desfogues de ocasión mientras se transita. Nada más no se pongan en riesgo, manténganse cerca de casa, no porten ropa interior y lleven un condón por si acaso. Y váyanse siempre a lo oscurito, pero no lejos de una farola.

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Faldas: elia.martinez.rodarte@gmail.com